Por Ximena Soliz de Piérola
¿Cuánto extrañas congregarte para alabar a Dios junto a tus hermanos?
Es impresionante la velocidad con la que un minúsculo virus ha puesto todo de cabeza.
De un momento a otro estamos viviendo situaciones que antes no hubiéramos podido imaginar que ocurrieran ¿Te has puesto a pesar por qué?
La Biblia siempre nos da luz cuando nuestra comprensión es pequeña; es nuestra fuente de sabiduría y guía.
Lámpara es a mis pies tu Palabra, y lumbrera a mi camino. Salmo 119:105
Si has tenido la oportunidad de leer el Antiguo Testamento, te habrás dado cuenta de que siempre que el pueblo de Dios era afligido, había una causa que generaba una consecuencia. Vemos, por ejemplo, que el temor que los hebreos sintieron hacia los gigantes de la Tierra Prometida, se debió a que habían olvidado el gran poder con el que Dios los había sacado de la esclavitud en Egipto (Números 13:32,33); la consecuencia fue que todos los que temieron y murmuraron cayeron muertos en el desierto.
Encontramos otro ejemplo cuando Josué, que había tenido una gran victoria sobre la ciudad de Jericó, cayó derrotado ante Hai. ¿Cuál fue la causa? El pecado oculto que Acán había cometido al haber desobedecido una orden de Dios. Cuando Acán fue descubierto y castigado, recién el pueblo pudo tomar victoria sobre la ciudad de Hai (Josué 7 y 8).
El coronavirus
A causa del coronavirus las personas ya no podemos estar cerca unas de otras; debemos permanecer en nuestras casas sin salir. Acatar esa orden no es tan difícil cuando tienes un departamento o una casa, cuando puedes almacenar comida en tu alacena y en tu nevera, o cuando un miembro de la familia puede salir a hacer compras en un supermercado cercano. Pero en Latinoamérica esos son privilegios de las minorías.
Según datos de la UNICEF para América Latina (actualizados a 2019) 72 millones de niños de 0 a 14 años viven en pobreza, 13,4 millones no pueden vivir en un ambiente limpio y seguro, y 5 millones sufren desnutrición crónica. A esas cifras debemos añadir a cientos de ancianos que están en indigencia, a miles de jóvenes desempleados, a miles de mujeres, adolescentes y niños que sufren violencia, y a hombres y mujeres que viven al día por falta de oportunidades. En Bolivia el 80% de la población vive del comercio informal (datos del Instituto Nacional de Estadística, proyección 2018). Al menos la tercera parte de nuestra población (mucha de la cual ha crecido vendiendo en la calle) tendrá que escoger entre correr el riesgo de contagiarse de un virus extraño o morir de hambre por falta de ingresos.
Para muchas personas latinoamericanas su casa es la calle y hay gente que comparte un reducido espacio con personas que no ama: que son adictas, que golpean, que prostituyen a sus propias hijas por unos pesos, o que incurre en otro tipo de vejámenes. Esta es una realidad de la que debemos estar conscientes como creyentes. ¿Qué habría hecho Jesús si hubiera vivido en una situación como ésta? ¿Qué hubieran hecho los fariseos? Es muy triste ver que el pueblo cristiano está reaccionando con el mismo narcisismo que cualquier persona no creyente. «Tengo cable, tengo Netflix, me conecto a mi congregación vía online, condeno a los “ignorantes” que no acatan las órdenes, y cierro mi puerta para no contagiarme.» Honestamente, no me imagino a Jesús en esa postura. ¿Cómo te lo imaginas tú?
Jesús y los marginados
Aunque era criticado por los fariseos, Jesús siempre se acercó a los marginados de su tiempo, incluso a los leprosos. Él comía con publicanos y pecadores y confrontó a los críticos con una palabra del profeta Oseas (véase 6:6).
Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió. Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos. Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento. Mateo 9:9-13
La Biblia dice que Dios habita entre las alabanzas de su pueblo (Salmo 22:3); pero también dice que se complace más en la obediencia que en el sacrificio.
Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. 1 Samuel 15:22
Dios ahora está permitiendo que la Iglesia pueda ver claramente la necesidad de miles de personas para hacerles conocer el amor de Cristo. A lo largo de toda la Biblia vemos que Dios quiere que sus hijos muestren compasión a los pobres y necesitados. Jesús dijo que evaluaría esto en el juicio de las naciones.
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí… De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Mateo 25:35,36,40
Con mucho dolor he escuchado de personas que, llamándose creyentes, oprimen a sus inquilinos, trabajadores o empleados, y de personas que roban a sus empresas, que engañan en el pago de impuestos, que se aprovechan del desvalido. Incluso, hay congregaciones donde a nadie le importa la pobreza y el sufrimiento de su propio hermano.
Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores. Santiago 2:8,9
El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor; mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra.
Proverbios 14:31El que cierra su oído al clamor del pobre, también él clamará, y no será oído. Proverbios 21:13
Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. 1 Juan 3:17,18
¿Qué pide Dios de nosotros?
Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios. Miqueas 6:8
Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite. Deuteronomio 15:7,8
No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo. No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve, y mañana te daré, cuando tienes contigo qué darle. Proverbios 3:27,28
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Proverbios 5:7
Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Santiago 2:13-18
Peca el que menosprecia a su prójimo; mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado. Proverbios 14:21
No oprimirás al jornalero pobre y menesteroso, ya sea de tus hermanos o de los extranjeros que habitan en tu tierra dentro de tus ciudades. En su día le darás su jornal, y no se pondrá el sol sin dárselo; pues es pobre, y con él sustenta su vida; para que no clame contra ti a Jehová, y sea en ti pecado.
Deuteronomio 24:14,15
Isaías lo declaró de forma muy clara:
¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? … Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Isaías 1:11,15-18
Adora con tu obediencia
Como nunca, nuestros templos más simples cuentan con excelentes instrumentos musicales, equipos de sonido de primera, luces, coros, cámaras y escenarios espectaculares; pero Dios está buscando gente que le adore con su obediencia.
La situación actual en el mundo entero nos muestra claramente un colapso económico que nadie hubiera imaginado a principios de este año; todo hace ver que la pobreza se multiplicará si no obedecemos.
Tenemos la gran oportunidad de salar la tierra con nuestras obras: perdonando deudas, prestando al que probablemente no podrá devolvernos, compartiendo nuestro pan, desatando cargas de opresión impuestas sobre nuestros empleados, pagando el precio justo al que maltrata su cuerpo para ofrecernos servicios. El mundo entero debe ser testigo de que actuamos como Jesús lo hubiera hecho.
Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Mateo 5:13
El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Lucas 4:18,19
Nos ha tocado vivir en una época caracterizada por la vanidad y el egoísmo, el sistema nos impulsa a saborear el narcisismo 2.0 que tristemente también ha afectado a muchos creyentes. Pero la Palabra nos confronta y el Señor nos está dando una oportunidad sin precedentes. El propio Salmo 91, que ha sido tan citado todo este tiempo, dice que sus promesas son para «el que habita al abrigo del altísimo» (v.1) y para el que en Él ha puesto su amor (v.14a).
Sigamos las huellas de nuestro Señor; no sigamos la corriente de este mundo, llenos de pánico y temor, acumulando donde la polilla y el orín corrompen.
Bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan. Lucas 11:28
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina. Mateo 7:24-27
Texto bíblico: RVR1960