Las herramientas del buen maestro

Las herramientas del buen maestro

El carpintero tiene sierra, martillo y clavos.

La cocinera tiene olla y cucharón.

El sastre usa aguja y tijeras.

La enfermera tiene su jeringa.

¿Qué tiene usted?

Cuando Dios llamó a Moisés, dándole el encargo de ser el Libertador del pueblo de Israel, le preguntó: “¿Qué es eso que tienes en tu mano?” (Éxodo 4:2). Le hago extensiva la misma pregunta: ¿qué tiene en su mano? Es decir, ¿cuáles son sus posibilidades y talentos? Dios no le exige lo imposible, sino desea usarle de acuerdo a los dones que le ha dado; pero es necesario que usted los descubra y los use. ¡Ponga a disposición del Maestro lo que está a su alcance!

El problema de muchos maestros es que desean ser lo que no son. “Si yo tuviera el talento que tiene Fulana, yo. . .”, dice uno. “Si mi voz fuera como la de Zutano. . .”, se excusa otro. “Cuando pueda exponer la lección tan bien como Mengano. . .”, añade un tercero. Esa no es la manera de pensar para lograr un servicio eficaz. ¡Use lo que tiene para la gloria de Dios! Ponga al servicio de Dios lo que tiene “en su mano”.

Descubramos juntos algunas buenas herramientas para hacerlo.

1. La Santa Biblia

“La palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que toda espada de dos filos: penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12).

Para el maestro cristiano no hay mejor herramienta que la Biblia. Si la lee fielmente podrá preparar buenos mensajes y recibirá fortaleza para su vida. Lo más triste es ver a maestros que llegan a la escuela dominical sin su Biblia. Es como ver a un soldado sin arma. Mi consejo para usted es que se empeñe en ser un maestro con la Biblia en la mano.

Por más de medio siglo el evangelista Billy Graham predicó la Palabra en cruzadas alrededor del mundo. ¿Cuál fue uno de los secretos de su buen éxito? Sus sencillas prédicas, en las que una y otra vez repetía: “la Biblia dice”. Usted también puede lograr gran impacto en la vida de sus alumnos, si se profundiza en la Palabra y la usa como su primera y mejor herramienta.

2. La oración

Dijo Jesús: “Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo” (Juan 16:24).

En lecciones anteriores hemos tocado varios aspectos sobre este importante punto, pero vuelvo a recalcarlo. Yo creo en el poder de la oración y he recibido innumerables respuestas a mis peticiones. Dios siempre ha escuchado y contestado mis oraciones, aunque a veces la respuesta no ha llegado del modo que yo esperaba. Sin embargo, cada respuesta ha sido la mejor para mí. ¿Sabe qué? Dios quiere obrar de la misma manera en su vida.

El diablo, padre de mentiras, continuamente susurra a nuestro oído que la oración no tiene importancia. ¡Esa es la mentira más grande del mundo! No preste oído a sus engaños, sino utilice la preciosa herramienta que Dios ha puesto a su alcance para llevar una vida abundante y victoriosa.

¿Qué sucedería si el carpintero dejara de lado su martillo? ¿O si el sastre perdiera su tijera? ¿Pudiera el carpintero martillar con la mano o el sastre cortar con los dedos? ¡Ridícula idea! Del mismo modo, un maestro que no usa la herramienta de la oración no puede llevar a cabo algo útil en el reino de Dios.

3. Buenos métodos de enseñanza

Guillermito imitó en su casa una hora de clase en la escuela dominical. Así dijo:

—Ahora vamos a cantar.

—Ahora vamos a cerrar los ojos y juntar las manos para orar.

—Ahora vamos a cantar.

—Ahora les voy a contar la historia bíblica.

—Ahora vamos a repetir nuestro versículo para memorizar.

—Ahora todos pueden pintar sus dibujos.

¿Le da la impresión de ser una clase interesante? Por supuesto que no. Guillermito y sus amigos no pueden asistir a la iglesia con expectativa, ya que su maestro (o maestra) hace todo de rutina.

Para la honra y gloria del Señor debemos buscar los mejores métodos de enseñanza y aplicarlos en nuestra labor. En futuras lecciones le daré ideas para ayudarle a salir de la rutina. Hay muchas maneras de amenizar la hora de clase; a usted le toca buscar el modo que más convenga para su personalidad.

Para tener buen éxito hay que dedicar esfuerzo y trabajo. Nunca es suficiente “dar una repasada” a la lección, sino cada vez el mensaje tiene que cobrar “vida” en su interior, para que luego surta efecto en sus alumnos. Estudie detenidamente la vida de Jesús y vea los métodos de enseñanza que Él utilizó. Sin duda, se dará cuenta de cómo captó el interés y la admiración de la gente, tanto que hasta se olvidaban de comer. La gente no olvidaba fácilmente las ilustraciones de la vida cotidiana que Jesús les daba.

4. Pizarra y tiza

Dije que debemos ser maestros con la Biblia en la mano. Cierto, pero en la otra mano debemos sostener una tiza. Con la Biblia en una mano y una tiza en la otra, usted puede asegurar el buen éxito. Es una herramienta sencilla y barata, pero ¡qué útil! Más adelante estudiaremos cómo aprende el alumno y usted se dará cuenta de lo importante que es todo aquello que utiliza el sentido de la vista.

En la pizarra usted puede escribir textos completos o citas bíblicas, puede anotar pensamientos clave de la lección o hacer un sencillo dibujo ilustrativo. Hay mil y un usos que se le puede dar al pizarrón y la tiza.

Como advertencia, tenga la tiza a mano antes de la hora de clase, para no interrumpir la enseñanza por andar en busca de esa pequeña herramienta. Es peor todavía si usted envía a un alumno para que la busque.

5. Imaginación y fantasía

Mediante la imaginación el maestro puede formar imágenes en la mente y transmitirlas a los niños; por supuesto, relacionadas al acontecer bíblico. Uno de mis diccionarios dice que la fantasía es la “facultad del alma de reproducir por medio de imágenes las cosas pasadas o remotas, de representar las ideales y de idealizar las reales”.

Ambas habilidades serán de mucho provecho para el maestro en su afán de “vivir” las historias bíblicas y captar así el interés de los alumnos. Si usted como maestro no tiene mucha imaginación y fantasía, ¡los niños sí tienen dichas habilidades! Permita que ellos imaginen y dramaticen los relatos.

Estudie los usos y las costumbres de los tiempos bíblicos para poder imaginar mejor las circunstancias alrededor de cada pasaje.

6. Objetos y figuras ilustrativas

Para mí las figuras y los objetos son herramientas muy útiles para ilustrar las lecciones. He notado que se capta el interés de chicos y grandes con objetos conocidos que ilustran las enseñanzas. Personalmente, no uso objetos difíciles de conseguir, sino simplemente cosas que tengo a mano: una flor, tijeras, un lápiz, una balanza, una escalera… ¡Cuántos objetos hay para ilustrar verdades de la Biblia!

Para un maestro cristiano hay muchísimas herramientas útiles. Estas sugerencias son sólo algunas. No sea negligente en su labor, sino dedique el tiempo necesario para estudiar buenos métodos de enseñanza y prepare ilustraciones que den vida al mensaje. Le aseguro que valdrá la pena.

Cuando me hacen falta las ideas, se las pido al Señor. Él tiene las mejores ideas sobre cómo presentar cada mensaje y, al pedírselas, ¡me las da! Pida usted también que le dé las mejores ideas. Lea y practique lo que dice en Santiago 1:5-6 (NVI): Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie. Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento.

 

About the Author

Redactora de materiales pedagógicos con la gran pasión de difundir el amor de Dios y su poder salvador.