La audacia de vivir como enseñó Jesús

La audacia de vivir como enseñó Jesús

Jesús hoy nos llama a seguir en sus pisadas y a vivir como Él enseñó.Jesús fue un hombre controversial. Aceptaba invitaciones para cenar en casa de publicanos, esos odiados cobradores de impuestos que trabajaban para los romanos haciéndose de ganancias injustas robando a sus compatriotas; llamaba hipócritas e hijos del diablo a los fariseos y los maestros de la ley; dejó que una mujer “pecadora” le bañara sus pies con lágrimas y los enjugara con sus cabellos en presencia de críticos huéspedes en casa del fariseo; sanaba enfermos en día de reposo, algo sumamente inconcebible por los religiosos de su época; perdonó a una mujer sorprendida en el acto de adulterio. No fue sólo controversial sino también audaz, y hoy nos llama a seguir en sus pisadas y a vivir como Él enseñó.

“Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”, dijo el Señor. “Enséñanos a orar”, le pidieron sus discípulos, y más que con palabras les dio ejemplo. De madrugada iba a lugares solitarios y pasaba tiempo con su Padre en oración. “Al ir a presentar su ofrenda, perdonen”, les dijo; otra de sus enseñanzas que ejemplificó al máximo cuando en el Calvario oró por sus verdugos: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.”

La tendencia humana es a exigir “ojo por ojo, y diente por diente”. Jesucristo enseñó que demos la otra mejilla cuando alguien nos hiere. También enseñó que debemos amar a nuestros enemigos, bendecir a los que nos maldicen, hacer bien a los que nos aborrecen, y orar por los que nos insultan y nos persiguen. Nuestro Padre celestial hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos. Seamos audaces y reflejemos esa característica de bondad en nuestra vida.

Debemos también tener la audacia de no preocuparnos. ¿Cómo? –me dices–. ¿No sería eso muestra irresponsabilidad? ¡Creo que no! Jesús mismo nos dijo que no nos afanemos por la comida y el vestido porque nuestro Padre celestial sabe que tenemos necesidad de esas cosas. ¿La promesa? “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). Mi esposo y yo escogimos ese versículo como el lema de nuestra vida y cumplimos el cometido. ¡En los casi cuarenta años que tuvimos de vida matrimonial, Dios siempre fue fiel a su promesa!

Es fácil emitir juicio. Tenemos toda clase de opiniones de Fulano, Mengano, y Zutano. Pensamos que si los demás hicieran las cosas a nuestra manera todo sería diferente. “No juzgues, para que no seas juzgado” dijo Jesús, y advirtió que con el juicio con que juzgamos, nos juzgarán, y con la medida con que medimos, nos será medido.

“Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (Lucas 6:38). Creo que esto funciona en ambos sentidos. Sé generoso con tu prójimo y las recompensas serán abundantes; sé egoísta y juicioso y pagarás con creces las consecuencias.

Es fácil fijarnos en las faltas de los demás. Jesús nos llamó hipócritas porque miramos una paja en el ojo de nuestro hermano, y no echamos de ver la viga que está en nuestro propio ojo. “Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.”

¿Tienes la audacia de cumplir la Regla de Oro y vivir como Jesús enseñó? Eso significa tratar a los demás como quisieras que ellos te traten.

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”, advirtió Jesús. ¿Cuál es la suprema voluntad de Dios? Lo que dijo a sus más cercanos discípulos en el monte de la Transfiguración: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd (Mateo 17:5).

¿Por qué digo que tengamos la audacia de vivir conforme a las enseñanzas de Jesús? Porque para seguirlo a Él hay que ir en contra de la corriente. Desde la antigüedad los hombres y las mujeres que han servido a Dios de cerca han sido malentendidos, despreciados, perseguidos. Hay que tomar una posición firme en contra de lo que la sociedad considera popular y de moda. Cuesta seguir a Cristo; debemos tomar su cruz. Por todas las edades muchos de los fieles siervos de Dios han sido martirizados. En Hebreos 11:36-38 se describe de la siguiente manera a algunos de nuestros audaces hermanos que nos esperan en el cielo:

“Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.”

¿Estás dispuesto a ser un audaz seguidor de Cristo, cueste lo que cueste? Comienza cumpliendo al pie de la letra sus enseñanzas. Profundízate en el estudio del Sermón del Monte en Mateo, capítulos 5 al 7. Lo aquí expuesto en un simple comienzo.

Jesús viene pronto a llevarnos a nuestro hogar celestial. Mientras esperamos su venida es nuestro deber perpetuar su enseñanza en la siguiente generación. ¡Que nuestro ejemplo sea digno de seguir!

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Redactora de materiales pedagógicos con la gran pasión de difundir el amor de Dios y su poder salvador.