Dios busca mártires

Dios busca mártires

Cuando Hudson Taylor, gran hombre de fe y fundador de la Misión para el Interior de la China, pedía obreros para la obra del Señor en ese vasto país, decía: “Se necesita mártires”.La verdad es que costaba la vida hacer la obra de Dios en la China.

 

Hace más de cincuenta años, cinco jóvenes misioneros se internaron en la selva ecuatoriana para llevar el evangelio a los waodani, la tribu salvaje conocida como “aucas”. Murieron como mártires. Uno de ellos, Jaime Elliot, escribió en su diario después de haber meditado en las palabras de Hebreos 1:7, el que hace a sus ángeles espíritus, y a sus ministros llamas de fuego: “Señor, ¿estoy dispuesto a ser una llama de fuego? Líbrame de todo lo que quiere apagar el fuego. Sumérgeme en el aceite del Espíritu Santo para que yo pueda ser una llama ardiente, una antorcha. Pero una antorcha es de corta duración. ¿Estoy dispuesto a esto? ¿Una vida corta? ¡Fuego divino, consúmeme!”

 

Dios cumplió ese deseo. Jaime Elliot fue una antorcha que por pocos años alumbró en este mundo; pero el ejemplo y la valentía de este mártir sigue inspirándonos hasta el día de hoy. He tenido el privilegio de encontrarme con el hijo de uno de los otros cinco mártires y con uno de los waodani que asesinaron a los jóvenes misioneros que intentaron hacer contacto con ellos.  

 

Myncaye, waodani convertido al evangelio

Myncaye, waodani convertido al evangelio

 

Yo era niña en aquel tiempo cuando corrió la noticia del asesinato de los cinco misioneros norteamericanos. Hace unos meses recibí un libro con la historia de uno de los hijos, Esteban Saint, que fue adoptado como hijo de Mincaye, uno de los asesinos. Esteban ha dedicado tiempo, recursos, y esfuerzo para asegurar el bienestar y progreso de esta tribu. Su tía, Raquel Saint, llevó el evangelio a la tribu salvaje y vivió entre ellos hasta el día de su muerte. Es cierto lo que se dice, que “la sangre de los mártires es la semilla de la Iglesia”. Los jóvenes misioneros no sólo fueron la puerta que abrió paso al evangelio a esos remotos lugares de la selva ecuatoriana sino que el testimonio de ellos ha inspirado a miles alrededor del mundo.

 

Dios busca mártires. Jesús prometió que recibiríamos poder para ser testigos del evangelio. Los estudiosos del original en griego afirman que el bien conocido texto de Hechos 1:8 pudiera decir: “Recibiréis poder y seréis mis mártires.”

 

Creo que vivimos en el acto final del drama de la humanidad. Se cumplen las profecías acerca de los últimos tiempos y en cualquier momento Dios dará la orden para que el arcángel toque la trompeta y seamos arrebatados a la presencia del Señor. Pero la misión que el Maestro se nos ha encomendado no está cumplida. Millones de millones todavía no han oído las Buenas Nuevas. ¿Estamos dispuestos a pagar el precio para llevarles el evangelio?

 

El Señor no nos llama a una vida de comodidad. Él nos llama a hacer una obra que puede costarnos la vida. Jesucristo necesita hombres y mujeres dispuestos a ser mártires, si fuera necesario. “¡Dios, danos valentía para cumplir al pie de la letra tu Comisión!”

 

Juan Wesley, fundador de la obra metodista, dijo: “Dadme cien hombres que amen a Dios de todo corazón, y que sólo teman el pecado, y pondré el mundo en llamas.”

 

Esteban, el primer mártir de la iglesia cristiana, era un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo. Cuando fue apedreado por su valiente testimonio de fe en Cristo, se desató una gran persecución contra la iglesia, y los fieles fueron esparcidos por Judea y Samaria. ¿Qué hicieron? ¿Se callaron para no correr la misma suerte que Esteban? ¡NO! “Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio” (Hechos 8:4).

 

Los primeros cristianos estuvieron dispuestos a ser mártires; aún más, consideraban un gran honor y sumo gozo sufrir por causa del evangelio. La historia refiere cómo sufrieron aquellos valientes. Vivían en las catacumbas y, cuando los encontraban, servían de espectáculo público. Nerón utilizaba a los cristianos como antorchas en sus jardines, y para diversión del pueblo los echaba a los leones. ¿Cómo reaccionaban esos valientes? Morían con una sonrisa en los labios, alabando al Señor.

 

El apóstol Pablo escribió a los filipenses: “Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él” (Fil 1:29). Por cierto, la sangre de los mártires es la semilla de la Iglesia.

 

¿Estás dispuesto a pagar el precio de un avivamiento en tu patria? Si el Señor te llama a ser mártir, ¿darás tu vida por el evangelio? Dios tiene mártires alrededor del mundo, niños, jóvenes, adultos, y ancianos que valientemente dan su vida por Cristo. Cada mes recibo una revista llamada “La Voz del los Mártires”. En la edición de diciembre 2009 hay testimonios de las Filipinas, Pakistán, China, India, Corea del Norte, Irán, y Nigeria, donde nuestros hermanos en Cristo son perseguidos porque rehúsan negar su fe.

 

Dos hermosas jóvenes, Maryam y Marzieh, fueron encarceladas en el mes de marzo en una prisión de trato inhumano en Rustampoor, Irán, por su testimonio de que aman a Cristo. En la India, la niña Manini, fue maltratada y encendida con gasolina. Manikandan, un hindú convertido, fue acusado con las autoridades por su propia madre, bajo pretexto de que él estaba quemando los ídolos de ella. Más de sesenta líderes de casa-iglesias fueron arrestados en Henen, China, cuando asistían a un seminario.

 

Los arriba mencionados son sólo ejemplos. Para leer más informes acerca de la iglesia perseguida, haga clic aquí:

http://www.lavozdelosmartires.com.ar/frame.php

 

El pedido de Hudson Taylor sigue pendiente hoy: ¡Se necesita mártires! Eso no significa que a ti y a mí nos toque el privilegio de sufrir encarcelamiento o padecer la muerte por causa de Cristo. Significa que debemos estar dispuestos a dar nuestra vida por el Señor: andar en sus caminos, obedecer sus preceptos, cumplir su voluntad.

 

Hace más de treinta años transmití este tema en mi programa radial Avanzada Evangelística en Radio del Pacífico, Lima, Perú. Han soplado muchos vientos desde esos días. Dios nos llevó de Perú a Suecia, de Suecia de regreso a Perú, de Perú a Bolivia, de Bolivia a los Estados Unidos; mi esposo y mi hija mayor se han ido al cielo, y aquí he quedado yo en compañía de “soledad”. Mi hija menor es casada y tiene su familia. Lo que los vientos contrarios de la vida no han podido apagar es el ardiente deseo de ser una antorcha, una llama encendida, un fuego consumidor, una ministra del evangelio. Más que nunca arde en mi corazón el deseo de dar todo lo que soy y todo lo que tengo para servir a mi Maestro.

 

¿Qué estás dispuesto a dar? Como nunca antes, Dios necesita mártires.

 

 

¡NOVEDAD!

Cada semana hay una historia para niños en

 

http://misperlitas.wordpress.com

 

About the Author

Redactora de materiales pedagógicos con la gran pasión de difundir el amor de Dios y su poder salvador.