Gana la batalla con alabanza a Dios

Gana la batalla con alabanza a Dios

Una de las historias bíblicas más inspiradoras de batallas ganadas es la del rey Josafat cuando ganó la batalla con alabanza al Señor. Puedes leerla en 2 Crónicas 20.

Los moabitas y los amonitas vinieron a hacer la guerra contra Josafat. El rey se alarmó, pero hizo lo mejor que se puede hacer en cualquier situación difícil: decidió pedir ayuda a Dios, y pregonó ayuno a todo Judá.

«NO SABEMOS QUÉ HACER»
El pueblo de Judá respondió, y se reunieron multitudes para buscar la ayuda de Dios. De hecho, vinieron de todas las ciudades de Judá. Todos ellos se reunieron en el templo de Jehová, y oró el rey Josafat. Presentó su situación delante de Dios, y terminó diciendo: «No sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.»

Lo que me inspira es que no sólo los hombres de Judá se reunieron, sino también las mujeres y los niños. Todos estaban de pie juntos delante de Dios. ¡Todos se hicieron presentes!

Entonces el Espíritu de Jehová vino sobre Jahaziel, uno de los levitas, y les dio las instrucciones:

Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. Mañana descenderéis contra ellos; he aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallaréis junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel. No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros.

CLAMARON CON VOZ MUY FUERTE
Josafat y todo el pueblo reunido se postraron rostro en tierra y adoraron delante de Jehová. No era sólo un susurro silencioso. Algunos de los levitas se pusieron de pie y alabaron al Señor con alta y muy fuerte voz. Al clamar a Dios por ayuda no debe ser sólo un murmullo; haz oír tu voz muy fuerte.

Temprano a la mañana siguiente, hicieron como se les había instruido y salieron al desierto de Tecoa. Para animar al pueblo Josafat se levantó y dijo: «Oídme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados. »

El rey Josafat tenía una estrategia especial. Nombró a hombres para que cantaran y alabaran al Señor. ¿Dónde ubicó a esos hombres? ¡Salieron a la cabeza del ejército!

MARCHARON AL RITMO DE ALABANZA
¡Imagina la posesión! Quizá marcharon al ritmo del tambor, pero en primer lugar marcharon al ritmo de alabanza: «Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre. »

¿Qué pasó cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza al Señor? Dios puso las emboscadas de los enemigos que venían contra los de Judá, y fueron derrotados. Los ejércitos invasores terminaron destruyéndose unos a otros.

Y luego que vino Judá a la torre del desierto, miraron hacia la multitud, y he aquí yacían ellos en tierra muertos, pues ninguno había escapado. Viniendo entonces Josafat y su pueblo a despojarlos, hallaron entre los cadáveres muchas riquezas, así vestidos como alhajas preciosas, que tomaron para sí, tantos, que no los podían llevar; tres días estuvieron recogiendo el botín, porque era mucho.

EL VALLE DE LA ALABANZA

¡Qué victoria! ¡Dedicaron tres días sólo para recoger el botín!

En el cuarto día, ¿qué hicieron? Se juntaron en el valle para alabar al Señor. Lo llamaron el Valle de Beraca, lo que significa alabanza. Y alabaron al Señor.

Tras la fiesta de alabanza en el Valle de la Alabanza hubo una procesión de alabanza dirigida por el rey Josafat. Todos los hombres que habían ido a la guerra regresaron a Jerusalén con alegría «porque Jehová les había dado gozo librándolos de sus enemigos». Con arpas, liras y trompetas entraron en la ciudad y fueron a la casa de Jehová. Allí, la fiesta continuó. ¡Más alabanza!

¡Qué testimonio a los reinos circundantes! La Biblia dice que  «el pavor de Dios cayó sobre todos los reinos de aquella tierra, cuando oyeron que Jehová había peleado contra los enemigos de Israel. Y el reino de Josafat tuvo paz, porque su Dios le dio paz por todas partes.» (Citado de 2 Crónicas 20, RVR-1960.)

DIOS DA LA VICTORIA
¿Por qué esta historia es tan inspiradora? Porque nos muestra cómo podemos ganar nuestras batallas. Todos tenemos batallas que pelear. Habrá períodos en nuestra vida cuando estemos relativamente en paz, pero luego comenzará una batalla. El rey Josafat fue al Señor y le dijo: «No sé qué hacer. Dios, ¡por favor ayúdame!» Esa, mi amigo/a, es la clave. Lleva tu situación a Dios y pídele consejo sobre qué hacer.

Luego viene la mejor parte, ¡simplemente alaba al Señor! ¿Significa eso que te sientas, con piernas y brazos cruzados, y miras al cielo para ver si la solución cae en tu regazo? No, por supuesto que no. ¡Sales marchando a la batalla! Uno hace lo que puede para remediar la situación, pero todo el tiempo canta alabanzas a Dios. El lugar de peor lucha se puede convertir en un «valle de alabanza».

En muchas de mis batallas la alabanza se ha mezclado con lágrimas. Pero aun con el corazón dolorido he alabado al Señor. Y he visto a Dios pelear la batalla y darme la victoria.

¿Tienes enemigos que vienen a ti de todas partes? ¿No sabes qué hacer a continuación? ¿Te sientes agobiado por tu situación? ¡Alaba al Señor! Al igual que el rey Josafat, dile a Dios que no sabes qué hacer. Te aseguro que Él te ayudará.

Estad siempre gozosos. Orad sin cesar.

Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios

para con vosotros en Cristo Jesús.

1 Tesalonicenses 5:16-18

 

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Redactora de materiales pedagógicos con la gran pasión de difundir el amor de Dios y su poder salvador.