El sueño de las palmeras

El sueño de las palmeras

Me vi de pié en la orilla del mar contemplando a la distancia a Jesús, rodeado de niños de tez morena cuyos ojos despiertos e intrigantes me cautivaron. A espaldas de ellos se mecían al compás del viento hermosas palmeras.

“¿Quisieras venir a contar a estos niños acerca de mí?” me preguntó el Señor. A pesar de la distancia escuché claramente su voz. Un rotundo “sí” fue mi respuesta. Mi corazón de niña se inundó de alegría; pero pasaron más de treinta años antes de que la visión se cumpliera a cabalidad.

Tuve la esta visión a los diez años de edad. Estaba con mis padres en Canadá, una parada de medio año que hicimos en nuestro viaje de Suecia a Perú, donde iniciaron la obra de las iglesias pentecostales autónomas.

Gringuitas evangelizadoras
A esa tierna edad comencé mi labor misionera. Me dediqué a repartir folletos y vender porciones bíblicas en los buses y en el parque principal de la ciudad de Arequipa. Los choferes nos permitían viajar gratis a mí y a mi hermanita Ingrid, quizá por la curiosidad que despertábamos como “gringuitas evangelizadoras”.

A la edad de doce años tuve mi “propia” escuela dominical en un pueblo de la selva peruana. Estaba internada en una escuela americana para hijos de misioneros. Los fines de semana hacía mi escuelita dominical y acompañaba a los misioneros Butz en visitas de casa en casa.

Mi primer culto de predicación
Durante mi niñez y adolescencia participé con mis padres en la obra misionera y a la edad de trece años prediqué por primera vez. Vivíamos en la ciudad de Tarma, donde mis padres recientemente habían comenzado una obra. Mi padre estaba de viaje y mi madre se encontraba indispuesta; no había más remedio que hacer el culto programado. A esa jovencita predicadora le fue bien hasta la hora de finalizar el culto, cuando sin saberlo pedí a un “inconverso” que diera término a la reunión con una oración. Se hizo un largo silencio, muy embarazoso, pero felizmente hubo un hermano que al darse cuenta de la inseguridad que yo sentía hizo la oración.

Olga, mi amiga en la milicia
Seguí colaborando con mis padres en la tarea pastoral, trabajando con niños y jóvenes. En compañía de mi mejor amiga Olga me dediqué a visitar la cárcel y el hospital, presentando el evangelio; también repartíamos folletos. En aquel tiempo era una dura tarea, pues todavía no se había permitido a los católicos leer la Biblia. Me deprimía al ver que la gente tiraba los folletos por la calle, pero convencida de que alguna porción entregada llevaría fruto, seguía fiel en esta labor.

Repartiendo folletos en las calles de Tarma

Repartiendo folletos en las calles de Tarma

Durante ese tiempo inicié mi carrera literaria, escribiendo algunos artículos para la revista “El Camino” que mi padre publicaba y para revistas en Suecia.

Un triste y conmovedor “adiós”
A los dieciséis años tuve que decir el triste “adiós” a mis muy amado niños y jóvenes tarmeños. Sólo una vez más en mi vida he llorado tanto como esa vez (cuando murió mi hijita Eva-Marie y comprendí que nunca regresaría). Mis padres iban a volver por un tiempo a su tierra (Suecia) y a mí me sacaban, con raíces, de mi querido territorio peruano.

Inicio de mi carrera misionera
En Suecia me preparé en un seminario teológico y dos años más tarde volví al Perú, ya no sólo como hija de misioneros sino enviada yo misma como misionera al nuevo campo de labor de mis padres, la incontrastable ciudad de Huancayo en la Cordillera de los Andes.

Se empezó a cumplir en forma concreta la visión que tuve de niña. Inicié una Escuela Dominical que luego de mucha lucha creció asombrosamente. Con los niños hice programas de radio y televisión. En esos años nació la revista “La Perlita”, que con el tiempo llegó a tener carácter internacional.

En el programa Campanitas Infantiles

En el programa Campanitas Infantiles

Me sentía feliz en el trabajo y amaba a los niños, quienes a su vez me brindaban su cariño; pero en medio de mi felicidad en la obra, me intrigaba algo de la visión que tuve de niña. No había palmeras en Huancayo y eso me decía que habría otro lugar de servicio para mí.

Me dediqué a producir literatura cristiana
Tuve también la oportunidad de administrar una librería evangélica y a la vez salir a los pueblos y las ferias llevando literatura cristiana. Así nació en mí el deseo de trabajar más ampliamente en el campo de la producción de materiales impresos y también de tener una imprenta.

Como respuesta a mi oración Dios me dio un compañero para la vida y juntos trabajamos muchos años en la obra del Señor. Como la mayoría de mis lectores ya saben, el “hermano Beni” ya acabó su carrera y me está esperando en el cielo. Fue un hombre muy tierno y comprensivo, me consideraba su “héroe”, y siempre me apoyó en el ministerio.

La editorial Nuevo Amanecer
Después de algunos años nos trasladamos a la ciudad costanera de Chaclacayo y allí establecimos la editorial “Nuevo Amanecer”. Publicamos la revista “La Perlita”, material didáctico para escuela dominical, y folletos para la evangelización. Dirgí también dos programas de radio: Avanzada Evangelística, para incentivar a la evangelización; y Nuevas Ideas, para los maestros de escuela dominical. Agradezco a los jóvenes que colaboraron conmigo en esta labor.

En Chaclacayo había unas cuantas palmeras y pensé que taz vez ese sería mi lugar; pero ¡no! Al poco tiempo tuvimos que viajar a Suecia. Allí seguí escribiendo, trabajando con niños, y soñando con las palmeras.

Seguí soñando con palmeras
En 1981 volvimos a Huancayo. El señor nos abrió las puertas para trabajar en el Instituto Bíblico Betel y mi esposo fue elegido pastor de la Casa de Oración. “Señor, ¿cuándo me llevarás a la ciudad de las palmeras?” me preguntaba una y otra vez. Nuestras hijas estudiaban internas en la Escuela Sueca de Cochabamba, Bolivia, y así empezamos a estrechar lazos con nuestros hermanos en Bolivia.

La segunda vez que visité a Cochabamba no veía otra cosa que las palmeras que allí había. “¡Felices los que aquí trabajan!” me decía con añoranza. “¿Te gustaría venir aquí para hacer mi obra?” me preguntó el Señor. Yo no quise responder porque pensaba que mi imaginación me jugaba una broma; pero al poco tiempo mi esposo y yo recibimos una invitación para trabajar en Cochabamba con enseñanza bíblica y producción de literatura cristiana.

Nuevo campo de labor: Cochabamba, Bolivia
En febrero de 1983 viajé a Cochabamba para escribir una serie de lecciones “La Perlita”. Allí recibí una respuesta clara del Señor. Al andar por las calles me invadió un gran amor por los cochabambinos, y los bolivianos en general. Parecía que mis pies no pisaban el concreto y deseaba tomar entre mis brazos a cada persona que veía y decirle “Te amo”.

Ese amor derramado en mi corazón fue la respuesta del cielo que yo necesitaba. Volví a Perú y dije con orgullo: “Dios me ha llamado a trabajar en Bolivia.” Mi esposo sentía del mismo modo. No fue hasta enero de 1984 que pudimos mudarnos a ese hermoso país y sentí que al fin el sueño de las palmeras se había cumplido. No me cansaba de admirar la ciudad y sus bellas palmeras. Pero eso no era nada en comparación con lo que vendría.

El llamado a trabajar en Editorial Vida
En 1987 Dios empezó a hablarme de Editorial Vida y de que yo debía ir a Miami en Estados Unidos a producir material de escuela dominical. No voy a explayarme en todos los detalles de cómo Dios nos llevó allá en 1988. Lo cierto es que allí estaban las palmeras de mi visión de niña. Creo que mi esposo y mis hijas se cansaron de todas mis exclamaciones de admiración por esas palmeras que se erguían altas y rectas con sus hermosas copas de brillante verdor. Mis sueños de más de treinta años se hicieron realidad.

Las palmeras de mi sueño

Las palmeras de mi sueño

Desde entonces he trabajado en el desarrollo y la producción de los materiales Vida Nueva. En otra oportunidad he de explayarme en los detalles de esta etapa en mi vida. Por ahora solo quiero decir que es muy hermoso ver la dirección de Dios en cada detalle. Se cumplió mi sueño de las palmeras, de tener una imprenta, y de escribir y publicar materiales de enseñanza bíblica.

Quiero aprovechar al máximo la tecnología
Ahora estoy en la etapa de utilizar al máximo la tecnología moderna y desde mi escritorio llevar mi enseñanza a maestros cristianos en cada país del mundo donde se habla el bello idioma de Castilla. Con la ayuda de mi padre, el misionero Pedro Anderas, y algunos valientes voluntarios estoy preparando todos los materiales que escribí en esos tempranos años de mi labor misionera. En un futuro no muy lejano se verá en esta página de Internet doscientas lecciones bíblicas para maestros de niños. Faltan pocos detalles para completar la serie de veinte lecciones sobre La Vida de Jesús.

¡Mantén viva tu visión!
Espero que todo esté bien con tu vida, que se estén cumpliendo tus sueños, y que los problemas no toquen con demasiada frecuencia a tu puerta. Pero si te hallas en una encrucijada y no puedes ver más allá de tus oscuras dudas, pon tu incierto futuro en las manos de Señor y verás que, paso a paso, Él te guiará. No desesperes si tus sueños tardan en cumplirse. Yo esperé más de treinta años las palmeras, y por fin ¡la visión que tuve de niña se cumplió!

Sigue ocupándote en los negocios del Rey. Cumple al máximo de tu capacidad cada deber, por más pequeño insignificante te parezca. Un rascacielos se construye ladrillo por ladrillo. Con cada paso que avances el Señor estará construyendo de tu vida un hermoso edifico para su gloria. ¡Hónralo manteniendo viva la visión que te ha dado!

“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Co 15:58).

About the Author

Redactora de materiales pedagógicos con la gran pasión de difundir el amor de Dios y su poder salvador.